Cuando se habla de iluminación, una de las cosas a tener claro es la diferencia entre luz dura y luz suave. Y por supuesto cómo usarlas en nuestro favor. Hoy en nuestra sección de iluminación comentamos los puntos más relevantes a tener en cuenta de este concepto tan básico en fotografía.
Luz dura y luz suave
La luz dura es aquella que es fuerte y ofrece grandes contrastes y sombras definidas. Esta proviene de fuentes relativamente pequeñas, como una bombilla o el sol (que es un punto relativamente pequeño en el cielo). Aunque este tipo de luz puede ser apropiada para algunas situaciones, suele ser una luz difícil para afrontar retratos, ya que proyecta sombras poco atractivas en la cara.
La luz suave, en cambio, presenta una mayor gradación entre luces y sombras, por lo tanto sombras más difusas y una iluminación más uniforme. Esta proviene de fuentes de luz de gran tamaño.
Área real y área relativa
Como hemos comentado, la calidad de la luz está relacionada con el tamaño de la fuente. A mayor sea el área de la fuente de luz, más suave será la luz, y viceversa.
Sin embargo es importante tener en cuenta el concepto de área relativa. Cuando acercamos una fuente de luz de un área determinada al sujeto, esta se hace relativamente mayor, por lo que conseguiremos una luz más envolvente.
Convertir la luz dura en luz suave
Aunque algunas veces una luz dura puede funcionar, lo más habitual es buscar la luz uniforme y envolvente, sobretodo cuando se trabaja retrato. Cuando la luz es muy dura, tenemos el reto de convertir ese pequeño punto de luz en una luz de gran tamaño y para eso tenemos distintas formas.
Cuando usamos un flash debemos intentar que ese flash no ilumine directamente la escena. Podemos, por ejemplo, hacer que rebote en techo o pared: de ese modo la luz vendrá desde un área más grande. También existen accesorios que nos permiten ese mismo efecto pero con mucho más control, son las famosas ventanas de luz o los paraguas, indispensables para retrato de estudio.
La luz exterior no funciona de forma muy distinta. Podemos imaginar el cielo como un gran estudio con un fuerte foco. Las nubes son un difusor natural magnífico, que ofrecen una luz suave ideal para retrato, pero a diferencia del estudio no podemos colocarlas a nuestro gusto. Sin embargo podemos buscar otros difusores naturales, como la sombra de un árbol o un techo translúcido. Aunque seguramente vamos a tener que optar por rellenar las sombras con flash de relleno o con reflectores.
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