Una de las partes más importantes de la cámara es el sensor, un chip de silicio que convierte la luz en información digital. Esa información digital podrá convertirse de nuevo en una imagen con todo detalle. Entender cómo funciona un sensor nos puede resolver algunas dudas y aclarar confusiones. Hoy hablamos de esa pequeña pieza que constituye el alma de nuestra cámara.
De la luz al píxel
El sensor no es más que un chip con millones de fotodiodos, que adquieren una carga correspondiente a la intensidad de la luz que reciben. Los fotodiodos no son capaces de captar información de color, por lo que es necesario aplicar algunos trucos tecnológicos para conseguir color de lo que es información monocromo.
Para adquirir información de color se coloca delante de cada fotodiodo un filtro de color, que hará que ese fotodiodo sólo capte la luz de un color. Hay filtros rojos, verdes, y azules (RGB) y se disponen en un patrón rojo-verde-azul-verde, ya que el ojo humano es más sensible a la luz verde. La cámara combina la información de estos cuatro fotodiodos en una unidad de información de color: el píxel.
La carrera del megapíxel
Cuando salieron las primeras cámaras digitales su resolución era baja, lo que dificultaba la impresión en calidad. Esto llevó a una carrera por sacar la cámara con más megapíxeles que la anterior. Sin embargo ya hace unos años que venimos escuchando eso de que «lo importante no son los megapíxeles», ¿qué significa eso exactamente y qué ha cambiado desde 1999?
Imaginemos el píxel como un cubo que podemos llenar de luz: cuanto mayor sea el cubo, más luz cabrá. Por eso el tamaño del píxel es clave para la sensibilidad del sensor y la capacidad de captar la luz con precisión, lo que se traduce en menos ruido, mayor rango dinámico…
Sin embargo un sensor grande con píxeles grandes es caro de fabricar y por ello durante los primeros años de la fotografía digital los fabricantes trabajaron mucho en algoritmos de reducción de ruido y otras mejoras técnicas. Esto permitía aumentar el número de píxeles sin disparar el precio y en pocos años las cámaras multiplicaron por 5-6 la cantidad de píxeles sin aumentar el tamaño del sensor, lo que supone que los píxeles eran cada vez más y más pequeños. Llegado un punto la resolución ya no era el problema principal y las marcas vieron que ya no tenía sentido seguir metiendo más y más píxeles en sensores diminutos: que la única forma de mejorar la sensibilidad de la cámara era aumentar el tamaño del sensor. En los últimos años hemos asistido a una nueva tendencia: la de los sensores más grandes, incluyendo el boom de las «full frame». Los sensores grandes permiten píxeles de mayor tamaño y, por lo tanto, un mayor rendimiento de la luz.
Con la salida al mercado de las cámaras «full frame», algunas marcas se han permitido sacar modelos parecidos pero con distinta cantidad de píxeles, enfocado a distintos usos. Algunos fotógrafos apostarán por la gran resolución que dan 25 MP, mientras que otros valorarán la gran sensibilidad de 12 MP distribuidos en un sensor de gran tamaño. Este dato nos da una idea de lo importante que se ha vuelto el tamaño del píxel en esta era en la que la resolución ya no es un problema.
Como conclusión podemos establecer que no necesitamos el mayor número de píxeles, sino un número razonable en referencia al tamaño del sensor y, sobretodo, la finalidad que queramos dar a nuestras fotografías. Las altas resoluciones (muchos píxeles) son interesantes cuando queremos imprimir a gran tamaño o recortar pequeñas partes del encuadre pero pueden suponer un estorbo en forma de archivos demasiado grandes o disminuir el rendimiento de la luz. Este es un problema muy habitual en muchos teléfonos móviles que tienen cámaras de 20 MP pero con sensores diminutos.
Tamaños de sensor, misterios en forma de letras y números
En un momento en el que hemos entendido la importancia del tamaño del sensor, las marcas empiezan a sacar modelos con distintos tamaños y, si bien es verdad que no nos ocultan su tamaño, también es cierto que pocas personas saben descifrar los nombres que les ponen a los distintos tamaños de sensor. Por ello hemos preparado este gráfico en el presentamos los distintos tamaños de sensor, con su tamaño real en milímetros.
El tamaño del sensor, como hemos explicado, afecta al rendimiento y la sensibilidad a la luz, aunque también tiene efecto en aspectos de composición como el área que puede cubrir un objetivo o la profundidad de campo. El diseño mismo de la cámara se ve condicionado por el tamaño del sensor, afectando lo compacta que pueda ser o el tamaño de visor que puede tener.
Mantenimiento
Mantener el sensor limpio es fundamental si no queremos llevarnos sorpresas desagradables al descargar las imágenes en el ordenador.
El primer paso lógico es la prevención: minimizar los cambios de objetivo y hacerlo siempre con cuidado. Cuando cambiemos el objetivo debemos hacerlo siempre de forma rápida, de espaldas al viento y con la cámara mirando hacia abajo. En la medida de lo posible evitaremos hacer cambios en entornos con excesivo polvo o humedad.
La velocidad a la que se ensucia el sensor depende de factores ambientales, así como de lo cuidadosos que seamos. Pero incluso aunque nunca cambiemos los objetivos, de alguna forma la suciedad logra penetrar, causando las odiadas manchas al usar aperturas pequeñas. Es el momento de la temida limpieza de sensor. El miedo a estropear el sensor durante la limpieza es muy extendido y razonable y, por ello, muchos optan por la limpieza profesional. Sin embargo no hay motivo para temer por el sensor siempre que la limpieza se haga con mucho cuidado y usando siempre productos específicos.
Para conocer el estado de nuestro sensor podemos hacer una prueba: ajustar la cámara a f/22 y ISO 100 y disparar hacia una superficie lisa. Descargar la imagen en el ordenador y ampliar para observar las posibles manchas.
Otro aspecto es importante de cara al mantenimiento del sensor: los hongos. Si dejamos la cámara largo tiempo en una zona oscura y húmeda, estos desagradables visitantes pueden instalarse en nuestro sensor. Aunque existen productos para eliminar los hongos del sensor, no es fácil comprarlos en nuestro seco país, por eso lo mejor es la prevención: si vamos a dejar la cámara guardada largos periodos de tiempo, lo mejor es guardarla con una bolsita de gel de silice, que reducirá la humedad. Pues usar un par o tres de bolsitas, si vives en una zona especialmente húmeda, pero tampoco conviene abusar.
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